SEMANA SANTA

LA SEMANA MÁS GRANDE
Marisa Barrena Anula
Miro al cielo, hace días que lo hago deseando que las pocas nubes que hay no oscurezcan mi cielo. Sé que necesitamos el agua, que los campos están sedientos, lo sé, pero soy egoísta, no quiero que nada estropee mí semana grande, mi semana santa. 

Domingo de Ramos, la borriquita, como la llamo, como siempre la hemos llamado; hace años, muchos años me vestía mi madre de hebrea con un vestido largo azul claro y un velo blanco, los niños iban de blanco, ciñendo su cintura un fajín rojo y sobre sus hombros llevaban una capa blanca. No ha cambiado mucho aunque ahora, tanto niñas como niños van vestidos todos iguales, de blanco inmaculado y rojo. Los costaleros y costaleras llevan a hombro el paso, pocos saben del sacrificio de esos jóvenes que, al terminar su recorrido la procesión, llevan el cuello casi brotándoles la sangre; antes no era así, no, los pasos iban sobre ruedas, era más fácil aunque menos vistoso. 

Miércoles santo, son las doce en punto de la noche, se abren las puertas de la iglesia, ni un ruido, ni un murmullo, nada; solo se escucha el repicar de un tambor, solo eso, sobrecoge ver salir a Jesús Cautivo. Detrás de Él, una gran muchedumbre de fieles, sin hacer fila, van siguiéndole; cuidado, puedo pisar a algún penitente (y hay muchos) que van descalzos en cumplimiento de alguna promesa. En todo el trayecto no se escucha nada, solo el tambor Y el sonido de las pisadas de quienes vamos acompañándolo, ni un ruido, ni un murmullo... 

Jueves Santo, el Nazareno con su cruz a cuesta, impone verlo, tal parece que va titubeando, parece que quiera caer; ay costaleros, os pesa la cruz como a Él, hacéis los pasos como El, sufrís como El, por eso es tan real, por eso parece caer una y otra vez. Delante, las madrinas de negro y con mantillas y portando en su mano una vela y en la otra un rosario; y siguiéndoles, los nazarenos, túnica morada. Ruido de campanilla al que obedecen todos para iniciar o parar el paso para que descansen los costaleros. Y detrás del Nazareno las autoridades, los fieles y la banda de música. 

Le sigue la Virgen de la Esperanza, bella Señora, tras su hijo con el dolor de una madre que ve como en cada gota de sangre se le va la vida... guapaaaaa, guapaaaaaaaaa, le dicen cuando la ven pasar; ella no escucha, solo sigue a su hijo. Acompañándola en su agonía van madrinas, y nazarenos de verde y tras Ella una banda que hace años la acompaña, la de Dos Torres, hermanados con esta cofradía. 

Viernes santo, el Santo Entierro, noche negra, negra noche, nazarenos de luto, madrinas de negro, se respira tristeza, solemne procesión, esos cuatro faroles a los lados del féretro, huele a velas, miro el suelo manchado de cera, parece que los cirios lloran; miro el cielo, está estrellado, hasta la luna ve silenciosa pasar el paso, el universo respeta este momento... 

Detrás, de luto, la Virgen de los Dolores, carita de pena, de una madre que ha perdido lo que más quería, aun sabiendo desde que nació su Hijo, que no era de ella, que era del mundo y del cielo, gran misterio. 

Sábado de Gloria, doce de la noche, que alegría, Cristo ha resucitado y junto a la Virgen de la Alegría y a un puñado de fieles salen en procesión para celebrar tan gran milagro. Pocos jóvenes se ven, muy pocos, la gran mayoría se han ido al campo con sus tiendas de campaña a celebrar la Pascua. 

Domingo de Pascua, cientos de jóvenes y menos jóvenes están repartidos por los campos, se ven muchas tiendas de campaña, se escuchan canciones de todo tipo, comen, beben, se divierten. Están por todos sitios, los Huertos Familiares, el campo de Ramón Lizaso, Los Mestos... antes nos compraban los padres las zapatillas para estrenarlas este día, esa costumbre pasó a la historia, pero no la de llevar al campo las tortas de hornazos con su huevo en medio (y que de pequeños la chiquillería nos peleábamos por comérnoslo) y de bizcocho. 

Deseo que este pequeño relato haya servido para que los amigos, los paisanos que están lejos, sientan, aunque solo sea un poquito, la emoción de nuestra semana santa; y si lo he conseguido, soy feliz. Os quiero y espero que el año que viene podáis venir a disfrutar de lo nuestro, os espero.

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