Fili G.G
Mis primeros
recuerdos sobre nuestro municipio se remontan, al nacimiento de Pueblonuevo, un
pueblo minero junto a Peñarroya.
Gracias a las explotaciones mineras, un gran número de
personas de diversos lugares llegaron a nuestra localidad, entre los que se
encontraban mis abuelos procedentes de Zalamea de la Serena.
Casados y
con tres hijos (Carolina, José e Isabel), mi abuelo trabajó de jardinero con
los franceses, dueños de las compañías mineras.
José, mi
tío, estudió para llegar a ser el secretario del juez de Pueblonuevo. Peor
suerte tuvo mi tía que con 15 años murió de pulmonía.
Pasados unos
años llegaba al mundo mi padre.
Era el año
1915.
En un
principio, Álvaro fue su nombre en honor a Don Álvaro de Córdoba pero todo el
mundo le llamaba Melchor al poco de nacer.
La
emigración a América hizo que muchos jóvenes, como mi tío, marcharan. Nunca más
volvió.
Esto, unido
a la muerte de mi tía, condujo al fallecimiento de mi abuelo. Siempre pensamos
que murió de pena.
Eran tiempos
difíciles, por lo que mi abuela y mi tía Isabel comenzaron a trabajar en la
fundición de plomo haciendo mangueras para las chimeneas y guantes de protección
para los trabajadores.
Mi padre no
era muy buen estudiante. Tuvo como maestro a Don Manuel Murillo.
Eso sí, le
encantaba la mecánica.
Epifanio
López, fue un gran apoyo para mi padre ya que con 15 años trabajó en un taller
de reparación de bicicletas, que él montó.
Mi padre fue
la primera persona en obtener el carnet de conducir, trabajando de chofer para
el médico, Don Manuel Muñoz. Era un Ford de pedales.
Con 19 años,
condujo el camión que compró Epifanio para el transporte a las aldeas.
Mi madre
trabajaba de sirvienta en casa de Pepito el Sastre, que era quien confeccionaba
los trajes a mi padre. Allí surgió el amor.
Años más
tarde, la odiosa contienda.
Tienda La Valeriana |
A mi padre
le encargaron que fuera la persona que llevara alimentos a los soldados, en los
conocidos camiones Magiros.
Por un
problema de faldas, mi padre fue cogido en la guerra por espía, claro que no lo
era.
Epifanio y
el médico fueron los encargados de salvar a mi padre de ser fusilado.
Al finalizar
la guerra, compró el primer taxi que hubo en Peñarroya Pueblonuevo. De nuevo
Epifanio ayudó económicamente a mi padre prestándole dinero.
Después
vinieron otros taxistas como Antonio el Cojo, Pedro Alcaraz, los Hermanos
Guareña….
Recuerdos de
nuestro pueblo inundan mi pensamiento día a día. El bar la Parada, la Peña, la
Playa. Cines como el Teatro Zorrilla, el cine Andalucía, Cervantes….
El mercado
de abasto contaba con la actividad de los hortelanos que vendían sus productos
2 días en semana.
Recuerdo con
nostalgia, la feria, el 15 de Agosto, la Semana Santa y las Pascuas del Rio.
Los taxistas
siempre estaban dispuestos para atender al público y vestían con traje y
corbata.
Los
automóviles de entonces funcionaban con gasógeno, carbón…y las reparaciones
eran realizadas por ellos mismos. Se levantaban a las 2 de la mañana para ir a
buscar a los viajeros a la estación de la Ancha. Por la estación de la Estrecha
se viajaba a Puertollano.
La maquinilla era el transporte empleado por los mineros y para cargas de carbón a las minas de Belmez.
La fábrica
de hielo con sus ricas limonadas y gaseosas también permanecen vivas en mis
recuerdos.
El último
coche que tuvo mi padre fue un Estudavaquer, que se lo compró a la cuadrilla de
los Arruza.
Plaza del Triunfo |
Años de
lucha en los que las personas que no tenían que comer iban a los vacies de las
minas a recoger la carbonilla y la vendían a particulares para poder comprar un
trozo de pan.
Muchas
familias dejaban a sus hijos en casa de conocidos para que pudieran
alimentarlos.
Vivíamos en
la plaza del Triunfo. Nuestros vecinos eran como hermanos (Manolin,
Eugenio, Paqui, Guillermo).
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